domingo, 10 de mayo de 2009

La percepción

Según las ideas de Bergson, la función del cerebro, el sistema nervioso y los órganos sensoriales es principalmente eliminativa, no productiva. Cada persona, en cada momento, es capaz de recordar cuanto le ha sucedido y de percibir cuanto está sucediendo en cualquier parte del universo. La función del cerebro y del sistema nervioso es protegernos, impedir que quedemos abrumados y confundidos por esta masa de conocimientos en gran parte inútiles y sin importancia, dejando fuera la mayor parte de lo que de otro modo percibiríamos o recordaríamos en cualquier momento y admitiendo únicamente la muy reducida selección que tiene probabilidades de sernos prácticamente útil.
Conforme a esta teoría, cada uno de nosotros es potencialmente Inteligencia Libre. Pero, en la medida en que somos animales, lo que nos importa es sobrevivir a toda costa. Para que la supervivencia biológica sea posible, la Inteligencia Libre tiene que ser regulada mediante la válvula reducidora del sistema nervioso. Lo que sale por el otro extremo del conducto es un insignificante hilillo de esa clase de conciencia que nos ayudará a seguir con vida. Para formular y expresar el contenido de este reducido conocimiento, el hombre ha inventado e incesantemente elaborado esos sistemas de símbolos y filosofías implícitas que denominamos lenguajes, convirtiéndose en seguida en el beneficiario y la víctima de ellos. Beneficiario en cuanto el lenguaje procura acceso a las acumuladas constancias de la experiencia ajena, y víctima en cuanto lo confirma en la creencia de que ese reducido conocimiento es el único conocimiento, y -en cuanto deja hechizarse su sentido de la realidad- la forma en la que cada cual se inclina demasiado a tomar sus conceptos y palabras por cosas reales.
Los diversos “otros mundos” con los que los seres humanos entran de modo errátil en contacto, son otros tantos elementos de la totalidad del conocimiento perteneciente a la Inteligencia Libre. La mayoría de las personas sólo llegan a conocer, la mayor parte del tiempo, lo que pasa por la válvula reductora y está consagrado como genuinamente real por el lenguaje del lugar. Sin embargo, ciertas personas parecen nacidas con una especie de válvula adicional que permite trampear a la reductora. Hay otras personas que adquieren transitoriamente el mismo poder, sea espontáneamente, sea como resultado de deliberados “ejercicios espirituales”, de la hipnosis o de las drogas. Gracias a estas válvulas auxiliares discurre, no, desde luego, la percepción de “cuanto está sucediendo en todas las partes del universo” -pues la válvula auxiliar no suprime a la reductora, que sigue excluyendo el contenido total de la Inteligencia Libre-, sino algo más -y sobre todo algo diferente del material utilitario- cuidadosamente seleccionado, que nuestras estrechas inteligencias individuales consideran como un cuadro completo, o al menos suficiente, de la realidad.
Aldous Huxley, Las puertas de la percepción

4 comentarios:

Anabel dijo...

Señorina, me he quedado encantada con su blog! Logra rejuntar unas cuantas palabras llenas de racionalidad-irracionalidad que me encanta!

Que estes bien!

Lunatic dijo...

Oh! Cuanto me alegra que te agrade. Nuevo incentivo para continuar acumulando palabritas y palabrotas. Yo estoy bien, y tu?

Lilo Lima dijo...

Montonera valvula reductora...Renuncie!!!

Nicolás Aimetti dijo...

Siga acumulando palabritas y palabrotas!
Y me sumo yo también al reclamo: Montonera válvula reductora...Renuncie!!! Renuncie!!!