sábado, 28 de marzo de 2009

Jeztzeit

Pues la presencia de ánimo es la quintaesencia de este futuro; captar exactamente lo que está sucediendo en el lapso de un segundo es más decisivo que conocer con antelación futuros remotísimos. Presagios, presentimientos y señales atraviesan día y noche nuestro organismo como series de ondas. Interpretarlas o utilizarlas, esta es la cuestión. Ambas cosas son incompatibles. La cobardía y la pereza aconsejan lo primero, la lucidez y la libertad, lo segundo. (…) Como los rayos ultravioleta, el recuerdo muestra a cada cual, en el libro de la vida, una escritura que, invisible, iba ya glosando el texto a modo de profecía. (…) Transformar la amenaza del futuro en un ahora pleno, este milagro telepático –el único deseable-, es obra de una presencia de ánimo corpórea. Los tiempos primitivos, en los que un comportamiento semejante formaba parte de la economía doméstica del hombre día a día, le ofrecían en el cuerpo desnudo el instrumento más fiable para la adivinación. La Antigüedad conocía aún la verdadera praxis, y es así como Escipión, al pisar suelo de Cartago, da un traspiés y exclama, abriendo desmesuradamente los brazos, la fórmula de la victoria: Teneo te, terra africana! (…) El día yace cada mañana sobre nuestra cama como una camisa recién lavada; el tejido incomparablemente delicado, incomparablemente denso de un vaticinio limpio, nos sienta como de molde. La dicha de las próximas veinticuatro horas dependerá de que sepamos hacerlo nuestro al despertarnos.

Walter Benjamin, Dirección Única

martes, 17 de marzo de 2009

Dignitatem


Siempre se ha sabido que hay lugares y circunstancias en que la dignidad es inoportuna. Uno de estos sitios es el amor. El enamorado puede ser todo menos digno, de la misma manera que es imposible hacer el amor manteniendo la dignidad.

Giorgio Agamben, Lo que resta de Auschwitz

domingo, 8 de marzo de 2009

El tiempo y las ciudades




Aquello que buscaba era siempre algo que estaba delante de él, y aunque
se tratara del pasado era un pasado que cambiaba a medida que él avanzaba en su viaje, porque el pasado del viajero cambia según el itinerario cumplido, no digamos ya el pasado próximo al que cada día que pasa añade un día, sino el pasado más remoto. Al llegar a cada nueva ciudad el viajero encuentra un pasado suyo que ya no sabía que tenia: la extrañeza de lo que no eres o no posees más te espera al paso en los lugares extraños y no poseídos.

Italo Calvino, Las ciudades invisibles

jueves, 5 de marzo de 2009

El procedimiento de la cita

En mi trabajo, las citas son como salteadores de caminos que irrumpen armados y despojan de su convicción al ocioso paseante.


Walter Benjamin, Dirección única